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Contaminación cruzada

La contaminación cruzada de los alimentos es el proceso por el cual estos entran en contacto con sustancias ajenas, generalmente nocivas para la salud.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aproximadamente 600 millones de personas en el mundo, casi el 10 % de la población del planeta, enferman tras ingerir alimentos contaminados.

23 junio 2016

La reducción de la diseminación accidental de alérgenos

LA CLASIFICACIÓN ÓPTICA COMO NECESIDAD

Las normas de seguridad para evitar la contaminación cruzada de los alimentos y la demanda mundial de alimentos han crecido. Por ello la clasificación óptica basada en sensores se ha convertido en una necesidad, más allá de un lujo, para muchos productores que habían confiado previamente en estrategias de inspección y clasificación manuales. 

Como las normas de seguridad y la demanda mundial de alimentos han crecido, la clasificación óptica basada en sensores se ha convertido en una necesidad más que en un lujo para muchos productores que habían confiado previamente en la clasificación y la inspección manual.

Como la empresa fabricante de equipos de clasificación líder en el mundo, en TOMRA vemos que la contaminación cruzada es un aspecto que cada vez cobra más importancia a la hora de garantizar la seguridad alimentaria. El impacto financiero y en la reputación de su empresa de una retirada de productos puede ser devastador. Por suerte, puede emplear nuestra tecnología de clasificación de alimentos para gestionar de forma efectiva posibles incidencias de contaminación cruzada.

La contaminación cruzada, o la presencia de materiales inesperados en alimentos supuestamente homogéneos, es un problema serio que puede tener implicaciones significativas para la industria alimentaria global. En 2013 la prensa habló profusamente de la magnitud de la contaminación cruzada en los productos cárnicos tras el escándalo europeo con la carne de caballo. Dicho escándalo restó cientos de millones de euros al valor de la marca de cadenas de supermercados globales bien establecidas. El impacto de este tipo de errores puede afectar a una amplia gama de productos alimenticios, lo que significa que ahora, más que nunca, la industria debe asegurar la identificación de los contaminantes y su expulsión de sus productos lo antes posible durante su procesamiento.

Para hacer frente a los problemas de contaminación cruzada, muchos fabricantes, procesadores y comerciantes de alimentos están comenzando a usar las tecnologías y los sistemas más evolucionados que tienen a su disposición. Las máquinas de TOMRA Sorting Food emplean una variedad de sensores que van mucho más allá del uso habitual que se hace de las cámaras en color. La espectroscopia por infrarrojo cercano permite realizar un análisis de la estructura molecular de un producto mientras que los rayos X, la luz fluorescente y los rayos láser miden la composición elemental de los objetos. Al igual que su color y forma, también se pueden analizar eficazmente la huella biológica y la estructura de la superficie de un objeto.

REDUZCA LA DISEMINACIÓN ACCIDENTAL DE ALÉRGENOS

Una de las principales razones para la identificación y eliminación de contaminantes es la reducción de la diseminación accidental de alérgenos. Esto es particularmente importante ya que el impacto social de causar una reacción alérgica en un insospechado miembro del público puede tener repercusiones considerables, no solo económicas y legales, sino también en cuanto a la reputación de la marca.

Las investigaciones sobre la retirada de productos en los Estados Unidos descubrieron que el 58 % de las retiradas se debió a la presencia de al menos un alérgeno no declarado, un alimento potencialmente peligroso que no ha sido eliminado durante el proceso de fabricación. Los efectos de la contaminación cruzada han sido tales que, en 2015, la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos recomendó a los consumidores con alergia al cacahuete que evitaran el consumo de cualquier producto que incluyera comino, dado que se habían detectado trazas de proteína de cacahuete en una amplia variedad de artículos como resultado de una mala gestión alimentaria. Dado que 15 millones de americanos y 17 millones de europeos sufren alergias alimentarias, el potencial para que surjan problemas importantes es bastante claro.

Inicialmente podría parecer que basta con prestar una mayor atención a los procesos que se siguen con los alimentos para eliminar el potencial de diseminación de posibles contaminantes, pero no es el caso. La contaminación no es únicamente fruto de circunstancias imprevistas. En muchas ocasiones, debido a las ubicaciones en las que crecen ciertos alimentos, es fácil que algunos acaben mezclados con otros, o bien que se mezclen durante la línea de procesado.

DIGA NO A DESPERDICIAR COMIDA

Los cacahuetes, por ejemplo, dado que son un fruto seco que crece sobre la tierra, pueden fácilmente contaminarse con maíz o soja. El tamaño y el color de ambos no son demasiado diferentes, lo que hace que el maíz y la soja sean difíciles de detectar visualmente, lo que potencialmente podría causar problemas si el producto incorrecto no es expulsado. Del mismo modo, se pueden confundir bellotas y huesos de melocotón con almendras, lo que potencialmente causaría graves problemas tanto para fabricantes, como para procesadores, minoristas o consumidores.

El principal problema es que los contaminantes pueden no distinguirse de los alimentos que se supone deberían ser. Las limitaciones del ojo humano obligan a emplear tecnología sofisticada que pueda clasificar los alimentos de manera eficiente. Esta tecnología está además en constante evolución, mejorando y avanzando en su precisión. Como proveedor de soluciones para la clasificación, TOMRA ha estado a la vanguardia de la seguridad alimentaria y sigue desarrollando sistemas avanzados y tecnologías que permitan eliminar agentes contaminantes de todo tipo, incluidos los alérgenos.

Aunque es relativamente bien conocida, la contaminación cruzada no termina en los alérgenos. Debido a las variaciones en las normas alimentarias nacionales, los problemas causados por la contaminación cruzada pueden tener un impacto negativo sobre el movimiento global de los alimentos. Por ejemplo, el maíz, un alimento básico que crece en los EE. UU. más que en cualquier otro país, puede cultivarse de forma natural o genéticamente modificado. La diferencia es apta para los mercados nacionales pero puede causar problemas a nivel internacional.

Se estima que los EE. UU. exportan entre el 10 y el 20% de su cosecha de maíz al resto del mundo. La venta de dichos productos alcanzó los 7.600 millones de dólares en 2014. Cuando unimos esto al hecho de que la mitad de los países que conforman la Unión Europea prohíben el cultivo e importación de maíz genéticamente modificado, el maíz orgánico procedente de los EE. UU. que ha sufrido una contaminación cruzada con el genéticamente modificado no puede ser vendido. Esto conlleva una reducción de los márgenes para los productores, un aumento en el desperdicio de alimentos y un menor retorno de la inversión en definitiva.

Para superar los problemas causados por la presencia de maíz transgénico en el maíz orgánico, se han desarrollado sistemas que emplean tecnología de clasificación óptica. Los sistemas que combinan láseres y cámaras, como los desarrollados por TOMRA, se pueden usar para clasificar productos en función de sus características biológicas y estructurales, lo que garantiza que los productos procedentes de cultivos modificados permanezcan separados de los productos cultivados orgánicamente.

Además, la escala de contaminación cruzada potencial va más allá de los alimentos salados y afecta también a los dulces. Las gominolas enriquecidas con vitaminas son cada vez más populares y muchos fabricantes cuentan con diferentes productos, unos para adultos y otros para niños, tipo A y B respectivamente. Dadas las diferentes dosis de vitaminas que se encuentran en los dos tipos, es básico que las gominolas con dosis de tipo A no se mezclen con las de tipo B, dado que podría implicar que los niños acabaran ingiriendo gominolas con una dosis de vitaminas diseñada para adultos.

Por suerte, se ha desarrollado una combinación fiable de tecnología de cámara y láser para garantizar que estos dos tipos de productos se mantengan separados. Las cámaras utilizadas en la clasificadora óptica con cinta Genius de TOMRA pueden, por ejemplo, juzgar el producto en función de su color, forma o diferencias estructurales, mientras que los rayos láser proporcionan la flexibilidad que se necesita para buscar contaminantes invisibles al ojo humano.

PREVENIR ES MEJOR QUE CURAR

En muchas facetas de nuestra vida, la frase "prevenir es mejor que curar" resulta cierta, y con la contaminación cruzada no podía ser más cierta. Dada la gran cantidad de potenciales consecuencias que pudiera tener la contaminación cruzada, es importante que las empresas manufactureras de alimentos, (independientemente de que vendan frutos secos, legumbres, carne o dulces), sean capaces de identificar y aislar de manera eficiente los contaminantes. Así, mejorarán el rendimiento de su inversión, reducirán los residuos y, lo más importante, reducirán al mínimo la posibilidad de causar daño a los consumidores.

Al emplear estas tecnologías de clasificación alimentaria, se pueden identificar los contaminantes en la línea de producción, lo que reducirá las posibilidades de que causen enfermedades en los consumidores; a demás, se reducirán los desperdicios derivados de productos que no pueden ser importados, se protegerá la reputación de la empresa y se conservarán los márgenes de beneficio.